El viejo mundo en el que se podía admirar
Ese viejo mundo en el que teníamos capacidad para encontrarnos y reconocernos en el otro, hasta para admirar a otro, no solo al profesor, parece hoy un sueño... He de reconocer que en la universidad tuve a grandes maestros como, por ejemplo, a Francisco Balaguer, a Diego Javier Liñán, a Concha Carmona: catedráticos de Derecho. Me hicieron superarme a mi misma. Mi trato con ellos me ha hecho comprender la relación entre el maestro y el discípulo. Nadie que no haya sabido ser discípulo podrá ser maestro , pues fácilmente caerá en la vanagloria. Todos ellos han contribuido a formar mi espíritu, cada uno con su estilo, pues todos lo tenían. Nunca fui escéptica, siempre he estado dispuesta a recoger y hacer mío ese saber que tanto admiraba. Preparaba mis trabajos y exámenes, orales o escritos, con la vacilación del alumno deslumbrado. Desafortunados son aquellos que nunca han admirado a nadie ni han tenido ocasión de hacerlo , pienso a veces. Esc...