¿Optimismo o despropósito americano?

Tengo una leve inclinación por las series policíacas o de intriga y, hasta ahora, un gran respeto por Dick Wolf, productor americano de gran éxito. Creador de series longevas y rey de franquicias, esquejes o series derivadas de otras series (spin- off, es un anglicismo innecesario).

 He de reconocer que cada vez que sale a escena una de sus obras, pongo inmediatamente la antena y procuro verla en cuanto puedo. Ha producido varias series. Legendaria es la serie Ley y Orden que une acción policial y judicial, y es una obra maestra desde el punto de vista procesal, a la altura de Murder One de Steven Bochco aunque con distinto resultado (discreto en este último caso frente a los siete frutos en forma de nuevas series de la primera). Ley y Orden: acción criminal mantenida durante diez inolvidables temporadas con un Vincent D´Onofrio espectacular dirigiendo la investigación, y adentrándose de tal forma en la mente del asesino que casi le cuesta su salud mental. Destaca también Ley y Orden: Unidad de víctimas especiales que ha superado las 23 temporadas de emisión (desde 1999)  y sigue en antena y concitando el interés de la audiencia. Le siguen Chicago Medical,  Chicago Justice (con poco éxito) y Chicago P.D. Con episodios cruzados entre todas ellas que, a veces, acrecientan el interés (prefiriendo cruce a crossover).

  Entre las más recientes, se encuentran FBI, y ahora FBI International, de la cadena americana CBS. La primera se deja ver, queda bien que el equipo conjunto sea dirigido por una mujer, la bella Alana de la Garza, que interpretara el papel de esposa del inolvidable Horatio en CSI Miami. Acabo de empezar a ver la segunda,  FBI International, un derivado de la anterior, pero en un ámbito más extenso, en la que los comprometidos agentes operan desde su sede situada en Budapest. El cuarto capítulo de la primera temporada de esta obra de ficción, titulado Optimismo americano,  parece estar ambientado en Madrid. Aunque nada es, en realidad, lo que parece. En realidad, es una cadena de errores, de equivocaciones en serie.



En la primera escena aparece en subtítulos Madrid, España, con el protagonista corriendo por una plaza de la capital que- perdónenme- no logro reconocer, perseguido por coches de policía con la "pegatina" de Policía Nacional, Madrid, pero que han sido confundidos con los coches de la policía municipal, pudiéndose leer el número 112 en vez del 091 o el 092, con sirenas azules y rojas a pleno pulmón (en España los policías solo llevan las azules, las rojas las lleva la Guardia Civil y solo se encienden cuando te indican que pares, nunca en situación de emergencia). Parecen dirigirse a la carrera a la embajada americana pero no se asemeja al edificio que hay en Madrid, situado entre las calles Serrano y Castellana, sin mencionar los agentes uniformados que se encuentran en la puerta, que nos son tan ajenos.


El resto de la trama sobre un americano acusado de un delito que pudo no cometer queda en entredicho. Es un producto de ficción pero con un poco de interés en hacer las cosas bien, hubiera resultado creíble. Tremenda decepción, solo equiparable a la cadena de errores cometida en Misión Imposible II al mezclar las fallas de Valencia, la Semana Santa de Sevilla con el San Fermín pamplonica... El final es el mismo, España es la gran desconocida para los americanos, incluso en productos de ficción. Un despropósito que ni Amenábar con Fortuna es capaz de arreglar, más bien lo perpetúa.

 En fin, son series que nos recuerdan el heroísmo de los guardianes de la ley quienes asumen sacrificios personales que van más allá de su trabajo. La audiencia necesita héroes. ¿Y quién no?

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