Elogio de la lealtad: patriotismo silencioso
El Rey, en su tradicional mensaje navideño, nos anima a ser leales a la Constitución de 1978. ¿Y si nos atreviéramos a ir juntos más allá… en el espacio y en el tiempo?
La lealtad a la nación, el saberse españoles que comparten una patria, un presente y un futuro común, invita a la reconciliación y al acuerdo, incluso a asumir responsabilidades, no a la confrontación ni a la división o a la frivolidad. Es la lealtad a la que llamamos patriotismo, lo que nos permite disentir sin enfrentarnos, crear instituciones que hagan posible la convivencia al margen de la política, aceptar la alternancia en el poder contando con que los que lo ejercen no atacarán aquello que consideramos común y digno de respeto.
Hemos de partir de que los nacionalismos han surgido en la España del siglo XX cuando la lealtad a la nación era débil, al menos, entre las élites. El Estado de las Autonomías que empezó a configurarse gracias al consenso constitucional acabaría por dar carta de naturaleza a estos movimientos, en un intento de responder a la larga tradición de pluralismo que permitía ser catalán y español o español y vasco, sin miramientos.
El problema vendría del nacionalismo que querría excluir a España de sus territorios. El nacionalismo aparece allí donde hay que inventar una nueva nación. Se empeña en fabricar una nación política y construirla contra un enemigo exterior, elaborando una identidad excluyente, incapaz de generar instituciones que admitan el pluralismo.
Decía Orwell que cuando ya no existen palabras para nombrar una cosa, la cosa deja de existir. El esfuerzo de la literatura consiste en reconocer la consistencia de esa realidad que existía antes que nosotros. Viene a salvar a la realidad de las pasiones (por lo exclusivamente propio, por el cambio permanente), y a proteger el poder semántico de las palabras que solo pueden dar su sentido a la aventura de nuestras libertades si están fundadas en lo que permanece.
Podemos buscar en las personas, como fray Benito Jerónimo Feijoo, aquel amor a la Patria tan celebrado en los libros: un amor justo, debido, noble y virtuoso. La palabra <<patriota>> significa generosidad, voluntad de sacrificio, lealtad y agradecimiento. ¿En qué momento empezó a ser motivo de burla y escarnio público?
Ortega siempre estuvo preocupado por la desnacionalización de la vida española, con ello apuntaba a que se estaba perdiendo la dimensión de lo común, de lo que nos une. En Meditación de Europa, venía a decir que Europa (o España por analogía) existía como sociedad con anterioridad a cualquier proyecto o programa político.
Volvamos a pensar lo que nos es común, a centrar el debate, a racionalizar la convivencia. EL celo europeísta no nos ha librado de la necesidad de profundizar en las formas de convivencia puestas en marcha con la Transición. Hagámoslo sin confundir patriotismo con nacionalismo ni política con rectificación histórica retrospectiva.
Para eso es vital reavivar los pactos fundacionales de la democracia constitucional española que nos ha dado tanto y continuar la obra de nuestros mayores para legarla, mejorada, a las siguientes generaciones.
¿Qué es el patriotismo sino el amor a la realidad de la patria, a lo existente, no a lo que soñamos como deseable? Es una virtud cívica que entraña respeto y tolerancia, las hace posibles. También es fuente de deberes, requiere la adopción de una tradición-plural- y habla el lenguaje de la virtud. Es, ante todo, algo que fomenta lo que nos une a todos para permitir que cada uno siga su propia vida y que todos veamos respetados nuestros derechos. Entendiendo el patriotismo como impulso ético que encuentra en el bien común la culminación de la verdadera libertad.
La noticia es que los españoles empiezan a perder el miedo a expresar la lealtad a su país y a dejar de considerarlo como algo ajeno a su realidad actual. Empezando por quienes demandan pacíficamente respeto a los símbolos que nos unen, que expresan el amor a lo común y a la gran obra que muchos han trabajado por construir y conservar.
España es ese esfuerzo continuado durante miles de años, un tesoro inagotable de generosidad, ambición, carácter y sacrificio.
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