Ética y Mercado en el pensamiento de Benedicto XVI
Publicado en Análisisdigital.com en octubre de 2009 tras leer y analizar el texto.
El interminable debate que vivimos acerca de las causas y posibles soluciones de la crisis financiera internacional va más allá de la confrontación de teorías políticas y modelos económicos.
La defensa de la dignidad humana, la vida, la paz y la solidaridad como ejes que han de articular cualquier cambio en las políticas sociales y económicas no es algo nuevo en la extraordinaria obra y personalidad de Joseph Ratzinger.
Mientras en Occidente se extendía rápidamente un clima de miedo por la caída generalizada de los mercados financieros, Benedicto XVI recordó que "quien construye la casa de su propia vida solo en base a las cosas materiales visibles, como el éxito, la carrera y el dinero, construye sobre la arena" y que hay que cambiar la propia idea de materia, dejar atrás "la identificación de las realidades tangibles como las más sólidas" y considerar a la "palabra de Dios como fundamento de todo, la verdadera realidad".
En Caritas in Veritate tenemos una expresión renovada y más firme que nunca del mensaje social de la Iglesia, un mensaje coherente con los difíciles momentos que vive la humanidad, tanto desde la perspectiva material como espiritual, y que aspira a lograr un mundo más humano para todos, un mundo en donde todos tengan que dar y recibir, sin que el progreso de los unos sea un obstáculo para el desarrollo de los otros.
El sector económico dice el Papa no es ni éticamente neutro ni inhumano o antisocial por naturaleza. Es una actividad del hombre y, precisamente porque es humana, debe ser articulada e institucionalizada éticamente. El gran desafío que tenemos, planteado por las dificultades del desarrollo en este tiempo de globalización y agravado por la crisis económico-financiera actual, es mostrar, tanto en el orden de las ideas como de los comportamientos, que no sólo no se pueden olvidar o debilitar los principios tradicionales de la ética social, como la trasparencia, la honestidad y la responsabilidad, sino que en las relaciones mercantiles el principio de gratuidad y la lógica del don, como expresiones de fraternidad, pueden y deben tener espacio en la actividad económica ordinaria. Esto es una exigencia del hombre en el momento actual, pero también de la razón económica misma. Una exigencia de la caridad y de la verdad al mismo tiempo.
Benedicto XVI proporciona consistentes principios morales para afrontar estos problemas sociales y económicos, promoviendo una verdadera cultura de la vida y de la paz, la misma que cientos de líderes se afanan en buscar en interminables discusiones técnicas cuando una mente preclara y un corazón inconmensurablemente humano los del Santo Padre ya han puesto a disposición de la humanidad un nuevo e ilusionante camino: el de la verdad y la caridad, la justicia y la fe.
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